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jueves, 20 de abril de 2017

Ricitos de oro

Una tarde se fue Ricitos de Oro al bosque y se puso a recoger flores. Cerca de allí había una cabaña muy linda, y como Ricitos de Oro era una niña muy curiosa, se acercó paso a paso hasta la puerta de la casita. Y empujó.
La puerta estaba abierta. Y vio una mesa.
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Encima de la mesa había tres tazones con leche y miel. Uno, grande; otro, mediano; y otro, pequeñito. Ricitos de Oro tenía hambre y probó la leche del tazón mayor.
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- ¡Uf! ¡Está muy caliente!
Luego probó del tazón mediano.
- ¡Uf! ¡Está muy caliente!
Después probó del tazón pequeñito y le supo tan rica que se la tomó toda, toda.
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Había también en la casita tres sillas azules: una silla era grande, otra silla era mediana y otra silla era pequeñita. Ricitos de Oro fue a sentarse en la silla grande, pero ésta era muy alta. Luego fue a sentarse en la silla mediana, pero era muy ancha. Entonces se sentó en la silla pequeña, pero se dejó caer con tanta fuerza que la rompió.
Entró en un cuarto que tenía tres camas. Una era grande; otra era mediana; y otra, pequeñita.
La niña se acostó en la cama grande, pero la encontró muy dura. Luego se acostó en la cama mediana, pero también le pereció dura.
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Después se acostó en la cama pequeña. Y ésta la encontró tan de su gusto, que Ricitos de Oro se quedó dormida.
Estando dormida Ricitos de Oro, llegaron los dueños de la casita, que era una familia de Osos, y venían de dar su diario paseo por el bosque mientras se enfriaba la leche
Uno de los Osos era muy grande, y usaba sombrero, porque era el padre. Otro era mediano y usaba cofia, porque era la madre. El otro era un Osito pequeño y usaba gorrito: un gorrito pequeñín. El Oso grande gritó muy fuerte:
-¡Alguien ha probado mi leche!
El Oso mediano gruñó un poco menos fuerte:
-¡Alguien ha probado mi leche!
El Osito pequeño dijo llorando y con voz suave:
-¡Se han tomado toda mi leche!
Los tres Osos se miraron unos a otros y no sabían qué pensar. Pero el Osito pequeño lloraba tanto que su papá quiso distraerle. Para conseguirlo, le dijo que no hiciera caso, porque ahora iban a sentarse en las tres sillitas de color azul que tenían, una para cada uno.
Se levantaron de la mesa y fueron a la salita donde estaban las sillas.
¿Que ocurrió entonces?
El Oso grande grito muy fuerte:
-¡Alguien ha tocado mi silla!
El Oso mediano gruñó un poco menos fuerte:
-¡Alguien ha tocado mi silla!
El Osito pequeño dijo llorando con voz suave:
-¡Se han sentado en mi silla y la han roto!
Siguieron buscando por la casa y entraron en el cuarto de dormir. El Oso grande dijo:
-¡Alguien se ha acostado en mi cama!
El Oso mediano dijo:
-¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Al mirar la cama pequeñita, vieron en ella a Ricitos de Oro, y el Osito pequeño dijo:
Ricitos de oro
-¡Alguien está durmiendo en mi cama!
Se despertó entonces la niña, y al ver a los tres Osos tan enfadados, se asustó tanto que dio un brinco y salió de la cama.
Como estaba abierta una ventana de la casita, saltó por ella Ricitos de Oro, y corrió sin parar por el bosque hasta que encontró el camino de su casa.
 

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El lobo y la siete cabritillas

Érase una vez una vieja cabra que tenía siete cabritas, a las que quería tan tiernamente como una madre puede querer a sus hijos. Un día quiso salir al bosque a buscar comida y llamó a sus pequeñuelas. "Hijas mías," les dijo, "me voy al bosque; mucho ojo con el lobo, pues si entra en la casa os devorará a todas sin dejar ni un pelo. El muy bribón suele disfrazarse, pero lo conoceréis enseguida por su bronca voz y sus negras patas." Las cabritas respondieron: "Tendremos mucho cuidado, madrecita. Podéis marcharos tranquila." Despidióse la vieja con un balido y, confiada, emprendió su camino.

No había transcurrido mucho tiempo cuando llamaron a la puerta y una voz dijo: "Abrid, hijitas. Soy vuestra madre, que estoy de vuelta y os traigo algo para cada una." Pero las cabritas comprendieron, por lo rudo de la voz, que era el lobo. "No te abriremos," exclamaron, "no eres nuestra madre. Ella tiene una voz suave y cariñosa, y la tuya es bronca: eres el lobo." Fuese éste a la tienda y se compró un buen trozo de yeso. Se lo comió para suavizarse la voz y volvió a la casita. Llamando nuevamente a la puerta: "Abrid hijitas," dijo, "vuestra madre os trae algo a cada una." Pero el lobo había puesto una negra pata en la ventana, y al verla las cabritas, exclamaron: "No, no te abriremos; nuestra madre no tiene las patas negras como tú. ¡Eres el lobo!" Corrió entonces el muy bribón a un tahonero y le dijo: "Mira, me he lastimado un pie; úntamelo con un poco de pasta." Untada que tuvo ya la pata, fue al encuentro del molinero: "Échame harina blanca en el pie," díjole. El molinero, comprendiendo que el lobo tramaba alguna tropelía, negóse al principio, pero la fiera lo amenazó: "Si no lo haces, te devoro." El hombre, asustado, le blanqueó la pata. Sí, así es la gente.

Volvió el rufián por tercera vez a la puerta y, llamando, dijo: "Abrid, pequeñas; es vuestra madrecita querida, que está de regreso y os trae buenas cosas del bosque." Las cabritas replicaron: "Enséñanos la pata; queremos asegurarnos de que eres nuestra madre." La fiera puso la pata en la ventana, y, al ver ellas que era blanca, creyeron que eran verdad sus palabras y se apresuraron a abrir. Pero fue el lobo quien entró. ¡Qué sobresalto, Dios mío! ¡Y qué prisas por esconderse todas! Metióse una debajo de la mesa; la otra, en la cama; la tercera, en el horno; la cuarta, en la cocina; la quinta, en el armario; la sexta, debajo de la fregadera, y la más pequeña, en la caja del reloj. Pero el lobo fue descubriéndolas una tras otra y, sin gastar cumplidos, se las engulló a todas menos a la más pequeñita que, oculta en la caja del reloj, pudo escapar a sus pesquisas. Ya ahíto y satisfecho, el lobo se alejó a un trote ligero y, llegado a un verde prado, tumbóse a dormir a la sombra de un árbol.

Al cabo de poco regresó a casa la vieja cabra. ¡Santo Dios, lo que vio! La puerta, abierta de par en par; la mesa, las sillas y bancos, todo volcado y revuelto; la jofaina, rota en mil pedazos; las mantas y almohadas, por el suelo. Buscó a sus hijitas, pero no aparecieron por ninguna parte; llamólas a todas por sus nombres, pero ninguna contestó. Hasta que llególe la vez a la última, la cual, con vocecita queda, dijo: "Madre querida, estoy en la caja del reloj." Sacóla la cabra, y entonces la pequeña le explicó que había venido el lobo y se había comido a las demás. ¡Imaginad con qué desconsuelo lloraba la madre la pérdida de sus hijitas!

Cuando ya no le quedaban más lágrimas, salió al campo en compañía de su pequeña, y, al llegar al prado, vio al lobo dormido debajo del árbol, roncando tan fuertemente que hacía temblar las ramas. Al observarlo de cerca, parecióle que algo se movía y agitaba en su abultada barriga. ¡Válgame Dios! pensó, ¿si serán mis pobres hijitas, que se las ha merendado y que están vivas aún? Y envió a la pequeña a casa, a toda prisa, en busca de tijeras, aguja e hilo. Abrió la panza al monstruo, y apenas había empezado a cortar cuando una de las cabritas asomó la cabeza. Al seguir cortando saltaron las seis afuera, una tras otra, todas vivitas y sin daño alguno, pues la bestia, en su glotonería, las había engullido enteras. ¡Allí era de ver su regocijo! ¡Con cuánto cariño abrazaron a su mamaíta, brincando como sastre en bodas! Pero la cabra dijo: "Traedme ahora piedras; llenaremos con ellas la panza de esta condenada bestia, aprovechando que duerme." Las siete cabritas corrieron en busca de piedras y las fueron metiendo en la barriga, hasta que ya no cupieron más. La madre cosió la piel con tanta presteza y suavidad, que la fiera no se dio cuenta de nada ni hizo el menor movimiento.

Terminada ya su siesta, el lobo se levantó, y, como los guijarros que le llenaban el estómago le diesen mucha sed, encaminóse a un pozo para beber. Mientras andaba, moviéndose de un lado a otro, los guijarros de su panza chocaban entre sí con gran ruido, por lo que exclamó:
"¿Qué será este ruido
que suena en mi barriga?
Creí que eran seis cabritas,
mas ahora me parecen chinitas."
Al llegar al pozo e inclinarse sobre el brocal, el peso de las piedras lo arrastró y lo hizo caer al fondo, donde se ahogó miserablemente. Viéndolo las cabritas, acudieron corriendo y gritando jubilosas: "¡Muerto está el lobo! ¡Muerto está el lobo!" Y, con su madre, pusiéronse a bailar en corro en torno al pozo.

El lobo y la siete cabritillas

www.grimmstories.com

viernes, 7 de abril de 2017

Leyenda del Conejo de Pascua



Cuenta esta leyenda que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que
les había dado José de Arimatea, dentro de la cueva había un conejo
escondido, que muy asustado veía como toda la gente entraba, lloraba y
estaba triste porque Jesús había muerto.
El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron
la piedra que cerraba la entrada y lo veía preguntándose quién sería ese
Señor a quien querían tanto todas las personas.
Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y
dobló las sábanas con las que lo habían envuelto.
Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de
la cueva ¡más vivo que nunca!
El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que
tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no
tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.
Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les
llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y
así lo hizo.
Desde entonces, cuenta la leyenda, que el conejo sale cada
Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para
recordarle al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

Desconozco su autor

www.nuestraedad.com.mx

Huevos de Pascua para colorear

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jueves, 6 de abril de 2017

Números del 1 al 10 en inglés para colorear

Número Cero en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)Número Tres en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)Número Dos en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)
Número Uno en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)
Número Cuatro en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)
Número 5 ASL from Números ASL (Lengua de Signos Americana)Número Seis en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)
Número Siete en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)
Número 8 ASL from Números ASL (Lengua de Signos Americana)
Número Nuevo en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana)
Número Diez en Lengua de Signos Americana from Números ASL (Lengua de Signos Americana) 


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Series numéricas

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Problemas de multiplicación y división ilustrados

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Máscara de conejo de pascua para colorear

Mascaras de coneja de Pascua para imprimirMascaras de conejo de Pascua para imprimir

Cesta dulcero conejo de pascua

 Se trata de hacer con platos desechables una bolsa que les servirá para guardar dulces o juguetes.
Materiales:
  • 3 Platos desechables.
  • Pompones de algodón.
  • Tijeras.
  • Engrapadora.
  • Perforadora.
  • Fieltro.
  • Plumón negro.
  • Listón de tela.
En primer lugar con el  plumón marca una línea semi-ovalada sobre un plato de plástico. Y corta con la tijera la línea que has dibujado. Esta será la primera pieza.
Coge otro plato de plástico y dibuja dos orejas y recórtalas.
Coge otro plato de plástico y en él grapa las dos orejas que acabas de hacer. Y esta es la segunda pieza.
Ahora coge las dos piezas y únelas con la engrapadora. Para hacer el asa de la bolsa tienes que hacer un pequeño agujero a cada lado y pasar por ahí el listón de tela que será el asa. Decora con fieltro las orejas y la cara del conejo, pega los pompones para hacer la nariz y por último con el plumón dibuja los dientes.
Y ya tienes tu bolsita lista para llenarla de dulces.
A continuación te dejamos una secuencia de imágenes para que puedas ver como realizar paso a paso esta original cesta dulcero en forma de conejo ideal para el día de Pascuadulcero conejo día de pascua

PARA MI NIETO ERIC CON CARIÑO

Un acto de magia

Bambi y Tambor

Bambi y Tambor

¡Hola amigo y amiga! :


HAZ CLICK CON EL MOUSE Y AQUÌ ENCONTRARÀS DIFERENTES DIBUJOS PARA IMPRIMIR Y COLOREAR.Dibujos para colorear

Números y colores con letra...

tabla del 2 en inglés

Tabla del 3 en inglés

TABLA DEL 4 EN INGLÉS

TABLA DEL 6 EN INGLÉS

Tabla del 8 en inglés

Encierra al gato

Ve cliqueando los círculos más claros, que se pondrán más oscuros. • El objetivo es cercar al gato y no dejarlo salir. Para empezar, hacer click en cualquier lugar del dibujo de abajo ¡ Buena suerte y mucha atención!

"EL TESORO DEL SABER"

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GRACIAS POR SER PARTE IMPORTANTE DE ESTE BLOG.